Pelea de prueba

DATOS ACCELERATOR:

Bien entrada la noche, en las afueras de cualquier aldea, en el medio de la nada. Solo se oían los potentes vientos primaverales, solo se veía la sombra de aquel chico, que esperaba, a la luz de la luna, la llegada de su contrincante. Se lo notaba tranquilo, miraba al vacío con el semblante característico de su clan, como si nada de lo que ocurriera a continuación fuera importante, como si ganar o perder fueran solo dos variantes que en nada cambiarían su vida. Es que... ¿Qué más podía ver un Uchiha luego de aquello? Luego de ver masacrado tu clan, luego de perder el lugar al que perteneces, a todos tus seres queridos y tu identidad. ¿Qué otra desgracia puede traerte el mundo? Luego de matar a tu persona más preciada, luego de dejarte dominar por la codicia y ver su vida irse entre tus manos, luego de obtener más poder del que ningún Uchiha ha conseguido antes. ¿Qué más puede exigirte el destino? Eran preguntas que, por más que trataba, nunca podía encontrarles una respuesta, y sabía que nunca lo haría, que nunca conseguiría saciar su sed de explicaciones, que nunca podría encontrar una razón para las pruebas que le había impuesto la vida... y por eso luchaba. Por eso arriesgaba todo de esta forma, cada noche con un contrincante diferente, porque sabía que no tenía más nada que perder que su miserable vida.

Se sentó en las tarimas y observó aquel sitio donde tendría lugar la batalla, nada que no hubiera visto antes. Era un óvalo de cemento, grande como un campo de fútbol, rodeado por antorchas, cientos de antorchas destinadas a alumbrar aquel sitio que de día no era más que un paseo de compras común y corriente. Sonrió para sí al recordar eso, mañana no sería un día normal para esas pobres personas, se despertarían para ir a trabajar como siempre, juntarían sus cosas y partirían hacia el coliseo, pero al llegar se encontrarían con alguien muerto en el medio del campo. Lindo comienzo de semana, le encantaba hacer más interesantes las vidas de las personas.

Desde su lugar, se dedicó a realizar un par de sellos, concentrando de a poco, sin hacer mucho esfuerzo, chakra en el interior de su boca y aire en sus pulmones. Con un gran soplido liberó esa mezcla formando una gran llamarada que se extendió por el lugar, encendiendo varias de las antorchas. La mitad del coliseo ahora era visible, las llamas jugaban con la noche a la espera de algo más. Se levantó y caminó entre las pequeñas llamas que había creado, tocándolas al pasar por allí. El fuego revitalizaba su tacto, lo hacía sentir vivo, hace mucho no experimentaba el calor ni de su propia piel. Se hacía tarde, y su rival aún no aparecía...

- Otro cobarde que se rinde antes de siquiera verme a los ojos.. - Dijo en un suspiro, mientras se disponía a marcharse. Ya habían pasado un par de horas desde el momento en el que iban a encontrarse y no le apetecía esperar más. Se dio la media vuelta y se calzó la capucha, sus cabellos se perdieron bajo la gruesa capa que siempre cargaba para no ser reconocido, elevó una de sus palmas, dispuesto a apagar aquellas malditas antorchas y largarse de allí, pero algo lo detuvo...

Técnicas utilizadas:

Unos pasos se escucharon sobre el frío y blanco suelo, tan pálido y carente de hierro. El shinobi agudizó el oído, dirigió una de sus manos a su boca, donde ahogó una pequeña risa, al parecer este era su día. No se marcharía sin obtener un poco de diversión, sin derramar un poco de sangre. Desde donde estaba, podía ver la sombra del ninja que había aparecido, era más alto que él, portaba un atuendo algo extraño y una gran calabaza en sus espaldas. - Mm, eso lo vi antes. - Pensó para sí, reconocía eso como un símbolo de un clan de la Aldea de la arena, esos que la movían a voluntad y que, para colmo, vivían rodeados de ella, en un desierto que, por más que caminaras mil años hacia los horizontes, nunca terminaba.

Chasqueó los dedos, sus ojos de repente cambiaron, tornándose de un color rojo carmesí, unas pequeñas aspas se dibujaron a los lados de sus pupilas, en total eran tres. Realizó un par de sellos, aún de espaldas al ninja enemigo y, al terminar, lentamente se volteó, vio como su jutsu hacía efecto y se iba recreando en su propia cabeza, buscó transmitirle esa imagen a su enemigo... Su imaginación comenzó a crear una ilusión, un mundo paralelo, no muy diferente al real, pero paralelo al fin y al cabo. En la ilusión, una ventisca extendió el fuego de las antorchas, haciéndolo más potente y encendiendo las otras que se encontraban apagadas, iluminando todo el lugar y dejando ver a los dos ninjas con todos sus detalles. Las llamas generaban sombras por doquier, las cuales se cruzaban entre sí, formando muchas figuras extrañas en el suelo, estas sombras de repente comenzaron a elevarse de allí, se transformaron en una especie de pequeños demonios que se agruparon como un ejército alrededor del Uchiha. Accel echó una leve carcajada, mientras era rodeado por la multitud de sombras. Los demonios comenzaron a cantar en un extraño idioma, una melodía que lucía algo macabra y que parecía más una maldición que otra cosa. Sus voces sonaban con bronca, cada vez más alto, mientras iban agrupándose el uno encima del otro, formando columnas de sombras de 2 metros de alto. Al terminar su agrupación marcharon hacia Kazama y se desvanecieron bajo sus pies formando lo que parecía un gran hoyo negro.

- Tu controlas la arena, no? Yo controlo a estos pequeños. - Dijo, en un tono algo psicótico mientras sonreía. Elevó ambos brazos frente a sí, haciendo que las sombras comiencen a tomar el cuerpo de Kazama. La idea era que, rápidamente, fueran pegándose a su piel, cubriéndolo casi por completo en tan solo unos instantes si él no hacía nada para impedirlo. Las sombras pasarían un minuto simplemente cubriéndolo, y luego comenzarían a apretujarse más y más, impidiéndole respirar con tranquilidad, luego lo harían aún más, comenzando a quebrar sus huesos para luego terminar por matarlo. Lo malo era que, por más que intentara impedirlo, en la noche las sombras siempre están presentes y es casi imposible librarse de ellas.

Sin embargo, la verdad era otra, en "el mundo real" no habían transcurrido más que un par de segundos desde el comienzo de la técnica, Accel volvió a poner los ojos en su rival, esperando ver los efectos de su genjutsu. Sacó un Kunai y lo deslizó por sus dedos, sintiendo el frío del metal. Lo lanzó entonces hacia su oponente, no sin antes unirlo a un pequeño hilo de acero que mantuvo sujeto a su otra mano.

Spoiler: