¿Ataque o Bienvenida?

El cuerpo de la chica sin conciencia, su mente vagaba por algún lugar del submundo psicodélico, mientras sus pulmones se habían llenado de agua y sus manos se habían congelado. Pero no sentía dolor alguno. Estaba bien. Solo necesitaba tiempo. "Mañana hará calor... Me apetece helado... Stracciatella... Vainilla...." Sus imágenes eran oscuras pero llenas de movimiento, no sentía nada, no podía caminar, ni tocarse la cara, no tenía cara, no tenía cuerpo. Era su mundo interior. Entonces de repente notó su cuello, mojado, y sus manos, poco después su abdomen, y notó sus ojos. frunció el ceño y se liberó del agua que había en sus pulmones. Notó un dolor al hacerlo. No estaba acostumbrada a casi morir ahogada [...]

Sus figuras oscuras con movimiento se volvieron cálidas, y quietas, y empezaron adoptar color. Se paralizaron, y formaron un cielo azul, unas cuantas nubes blancas, gaviotas, y un también la forma de un chico. La miraba indiferente, como si no fuera la primera vez que recoge un medio cadáver de la playa. Tenía el cabello rojo, y un parche, también algunas vendas, es todo lo que pudo observar, pues aún no veía bien y el sol la cegaba. Sus sonidos volvieron a aparecer. Ya no era un vacío sonoro, se oía el mar, era todo lo que se oía. Y una voz que la llamaba, preguntando. Seguramente la del joven. No le gustó como la miró, como si... no lo sabía exactamente. Pero no le gustó. Intentó levantarse, pero le temblaban las piernas, y al levantar la espalda se mano se resbaló, y volvió a caer la arena. -De...demasiadas preguntas...- Algo dolorida volvió a levantarse la parte superior para quedar sentada y recuperarse, y se puso la capucha de la capa, ante todo sabía lo que le convenía y lo que no. Se levantó costosamente, casi se cae pero pudo sostenerse sobre una pierna y la mano derecha, sobre la arena mojada. Se levantó y se limpió la mano. Sintió que en aquel lugar hacía calor, el sol daba fuerte. Estaba en algún punto de kirigakure pero no supo cuál.

Se dirigió al joven, y lo observó bien, ya que tenía la vista recuperada y veía claramente. Era un chico alto y vestía simple, tendría unos 19 o 20, calculó. Era mayor que ella entonces. Su mirada seguía siendo de tono indiferente, así que bajó la cabeza y miró a los lados. Solo playa. -El código de honor ninja, dice que si quieres saber de uno, debes identificarte primero.- Se dio media vuelta, y advirtió que tenía armas ninjas a la vista. Decidió ignorar eso.

Buscó por su alrededor, un rastro de aquellos ninjas a los que vino a ayudar, preocupada. Recordó que su barco fue atacado también y que aquella kunoichi se lanzó al agua como si nada. No supo de los demás. Al parecer en aquella playa sólo se encontraban ellos. Ardía en deseos de saber dónde demonios estaba. También de saber de ellos. Por supuesto, por su barco ya ni se preocupaba. Aquellos ninjas lo destrozaron sin tener en cuenta el cariño que Haku sentía hacia él. Apretó los puños y pensó, que sólo por el hecho de haber destrozado su barco pesquero, lo pagarían. Se quedó de pie, pensativa, mirando la arena de color oro por la luz del sol. Sus ojos arderían si la seguía mirando. Se quedó esperando reacción alguna del joven.

Aquel clima de le daba sed, aunque estaba mojada y había tragado agua. Por un momento se olvidó de los demás pensando en su barco y en lo que daría por una botella con agua. Pero eso era la realidad de la guerra, incomodidad, inseguridad, incertidumbre, soledad, pérdida.. Ahora mismo sus compañeros podrían estar muertos y ella perdida para siempre en no se sabe donde. Empezó a cansarse de la situación, y relajó los puños. respiró hondo y caminó hacia delante, cruzando una leve mirada con aquel chico, y caminando en su dirección opuesta dejándole atrás. Cerró los ojos cuando le dejó atrás, apenas ya estaba a tres pasos alejada de él, cuando iba a despedirse con un "Adiós", este dijo unas palabras.

Al parecer era Natsuke Uchiha, la misma personas que hace un tiempo, cuando Haku lo estaba ayudando, intentó atacarla preguntándole sobre la mizukage. Lo único que sabía de él es que era de kumogakure y que era Uchiha. *Uchiha... Natsuke...* También era la persona que rara vez le dio un beso. Eso fue algo que Haku no comprende todavía. Cuando escuchó aquellas palabras, sus manos se volvieron a helar, entonces apretó los puños y sus ojos se abrieron como platos. Giró lentamente sin perder la calma la cabeza, pues en ese momento que le tenía de espaldas no le gustó ni un pelo que estuviera detrás de ella sin contacto visual. Y entonces le vio otra vez. No le había reconocido, tal vez por las vendas en la cara y porque no le había mirado bien. Pero seguía con la misma mirada indiferente, y no parecía alegrarse de que se volvieran a ver. Su mirada se frunció a medida que lo miraba más rato y se alejó un paso más hacia atrás.*No puedo morir ahora... ahora no... tengo que ayudarles...* Tragó saliva. -Ya veo... Natsuke... ¿Dónde estoy? ¿Cómo puedo salir? Tengo que irme... estoy aquí... por error...- Ocultó su misión. Su plan era hacer que venía de pesca, nada más. Y si no lo creían, tendría el barco de pesca destruido. Diría que la tomaron por el enemigo y naufragó, todo un mal entendido.

Su mente se alivió al ver que podría salirse con la suya. Al fin al cabo, su barco no murió en vano. Miró sonriente al mar, sin saberlo. Era raro. No sabía que le estaba pasando. Pero al quitarse el peso de encima, el tema de que podría morir, salvo por eso, se encontraba bien en ese lugar, incluso el sol le pareció que ahora su calor era dulce y acogedor, que le pelo mojado le hacía contraste al colar y se sentía bien. Sin embargo, en la guerra nada es seguro. Ese pensamiento le cortó la felicidad de golpe. Volvió a bajar la mira. Era cierto. Aquel ninja era algo conocido y extraño. Pero ya intentó matarla una vez aunque al final no lo hizo. ¿por qué? Ni idea. Por igual esa vez no la dejaría viva. Tal vez todo podría cambiar en un segundo. En un instante.

Volvió a examinarlo una vez más con la mirada, y le miró a los ojos, se retiró la capucha, pues ya la conocía de otra vez, así que no era necesario ocultarse mucho. Y seguía ahí, con esa mirada tan tranquila. Haku recordó esa misma mirada de la otra vez, y se sonrojó sin comprender nada.
<<¡Qué absurdo!>> -Se gritaba así misma en su interior. Su mente se volvió estúpida. -Por error... Es.. Ve-verdad-

Miles de pensamientos se le pasaban por la cabeza a ella en ese instante, mientras intentaba escapar de esa situación, odiaba esa situación, estaba confundida, ¿Qué hacia? ¿Por qué él otra vez? Ni idea de nada. Nada tenía sentido. Su cerebro se volvió estúpido, y eso la hizo enfadar, apretó los dientes y apartó su mirada cuando la agarró del brazo. Ese gestó pudo tranquilizarla si fuera en otro momento, pero estaba en medio de una presión. Sus ojos se volvieron fríos y tristes. ¿Por qué se sentía así? Demasiadas emociones juntas. Haku era una chica triste y melancólica, pero en ese momento paría que fuera a llorar. Siempre fue así debido a su timidez e incomprensión hacia los sentimientos. Rara vez expresaba emociones fuertes, salvo tristeza, melancolía y orgullo. Era lo único que conocía. Los lazos para ella eran estorbos. No protegía a la gente porque sintiera aprecio por ellos. Sino por deber. Si su deber como mizukage era protegerlos, eso haría, por orgullo y tener la mente tranquila. Igual si su deber fuera otro cuento, haría ese otro cuento. No tenía así problema alguno. Pero su mente se estaba desatando de su propio nudo.

Sus padres murieron naturalmente, y no tuvo hermanos, tampoco amigos. Fue criada y enseñada a luchar por un espadachín, llamado Hozuki. Tan solo ese fue el único lazo que llegó a tener. Pero cuando fue nombrada mizukage tomó el camino sola y poco a poco el lazo se deshizo, aunque era su guardaespaldas y la protegía. Fue tomando sus asuntos sola, sin contar con nadie. Ella pensaba que los lazos eran más que obstáculos. No servían para nada, sólo para hacerte más débil y vulnerable. Por eso quería salir de allí, por esa persona que la había agarrado del brazo, y que anteriormente la había perdonado la vida. Si me va a matar que lo haga ya mismo..

Mientras intentaba poner en orden sus pensamientos, ya se había olvidado por completo de los ninjas a los que había venido a buscar, y se dio cuenta. Eso fue la prueba de que tenía que librarse de esa persona ya mismo. Estaba a punto de empujarle para soltarse, y le escuchó hablar de nuevo. Decía que no quería hacerla daño. Que quería saber si era ella la mizukage y si venía en ese barco. Su cara de espanto era tan fuerte, que no sabía si llorar ya o reír. Extrañamente lanzó una sonrisa, pero sus piernas empezaron a temblar también, no era miedo, era nervios. La chica estaba de los nervios. No le quiso mirar a la cara otra vez. Si le volvía a mirar se derrumbaría. Todo esto sin comprender nada. ¿No la haría daño? Cómo podría saberlo. Nada era cierto. Por alguna extraña razón lo creyó. Pero era injusto que le dijera eso. No tenía sentido. También eran injustas sus palabras. Lo normal era que sí fuera a hacerla daño. Entonces.

Ayuda.

Esa palabra se le vino a la mente en ese instante. Ayuda. Ella nunca la necesito. Pero no era ayuda de que pudiera hacerla daño, era porque era incapaz de actuar. No sabía quien era, qué estaba haciendo, que se proponía. Su mirada se escondía bajo su flequillo blanco, que brillaba bajo la luz del sol. Estaba enojada del todo. Se soltó de él bruscamente, ahora sólo actuaba. No había tiempo de pensar, y, aunque lo hiciera, no serviría de nada. Su mente era un caos. Comprendió que no serviría de nada pedir ayuda, estaba sola. Siempre lo estuvo. Ahora lo comprendía. Si alguien la ayudara significaría que tendría un lazo, pero no tiene ninguno. -¡No tengo porqué contestarte!... ¿Por qué?... ¿Por qué no simplemente me matas..? ¡¡Parece que ya lo sabes todo!!.- Se alejó de él, quería escapar pero no veía nada a su alrededor, sólo agua y arena. Sólo se tranquilizó un poco, después de gritar, y después de hacerlo se recuró el aliento, mirando al suelo, con las mejillas rojas.

Después de gritar, la kunoichi quedó exhausta, sin comprender porqué había perdido los estribos de su mente, ella, ella que nunca perdía la calma, ella, que todo lo que no fuera serio de le daba igual. Inclinó su cabeza y con ella su abdomen hacia delante, y puso las manos en sus rodillas, notando que estaban frías y húmedas aún. Su cara estaba roja, porque se había quedado sin aliento y respiraba a duras penas. Se volvió a poner derecha, con una mirada fría y el ceño fruncido, aún con una respiración agitada. Se escondía bajo su rostro una incertidumbre horrible. Se sentía mal. Ahora sí que estaba de los nervios. ¿Qué había hecho..? ¿Por qué..?

Por fin se recuperó, el sol fue oculto por una gran nube gris. Su pelo dejó de brillar tomando sus destellos grises. Así era ella. Como una nube, que tapa sus sentimientos para que no afecten a su interior, los ocultaba tanto que ya prácticamente no le quedaban. Su sol hacía mucho que se había esfumado. Y ella misma era su cruz. Se sintió absurda. *...¿Qué estoy haciendo aquí?... ah.... ya veo... No debería estar aquí...* Pareció recordar de donde venía y qué quería. Gracias a su anterior explosión su mente se estabilizó, lo poco que quedaba de su culminante sol fue ocultado otra vez. Miraba la la nube, que estaba ocultando el sol, mientras tenía a la persona que la había hecho sufrir por un instante, no. Sufrir no. Ver su interior con luz. Porque hasta ahora lo tenia todo oscuro, cubierto de nubes, pero ella misma las volvió a regenerar, al menos gran parte. Fue algo pasajero. Pensó. Mientras miraba la nube, una brisa ondeaba su ropa y cabello. Y entonces sonrió, cerró los ojos y bajó la mirada. *Por un momento creí... Menos mal...*. Valla equivocación.

Aquello fue solo un transito de amanecer, el día quedaba por delante, porque cuando creyó que ya todo estaba arreglado en su interior, algo removió viento y marea. Aquel chico la agarró de los hombros y la miró. Entonces ella levantó su mirada, intento decir algo, pero no pudo, le fue imposible, quería irse, soltarse como lo hizo antes, pero le fue imposible. *¿Qué..? .... Qué sucede con él... le he gritado... la gente se ofende..* Así es, ella, aunque no comprendía bien el significado de las cosas, sabía muy bien que si alguien te gritaba era motivo de ofensa. Ella le habría gritado, y mucho, aún así la mirada a los ojos, y mantenía la calma. Tal vez era la hora de matarla, tal vez ya llegó su hora. Pero no podía soltarse. No tenía movimiento en su cuerpo, ni siquiera podía hablar [...]

Él se encontraba sonriendo. La sostenía, como quien sostiene a un amigo. Le habló, y le dijo que no iba a matarla, que no le serviría. Eso hizo de su mente un caos. ¿Por qué NO? ¿Acaso no es su deber? No comprendió nada. ¿No le serviría? ¿Acaso no ha matado ya a muchas personas? ¿La usaría como rehén? ... Eso. La usaría como rehén. Ahora estaba claro. Entonces estaba perdida. -¿Qué... qué quieres de mi entonces..?- Por fín se dignó a preguntar. Bajó la cabeza, y empezó a sentir frio, por que su ropa estaba mojada y ya no sentía el sol. Viento de la marea. Tragó saliva y se quedó allí, cabizbaja.

El shinobi se quedó sin palabras, tenía los ojos fríos y parecía que había dejado de sonreír. Un mal presentimiento recorrió la espalda de Haku. Ella ya no pensaba en nada, solamente quería terminar lo que vino a hacer, que es cumplir su trabajo como mizukage, sin importar que. El shinobi era de corazón frio, según ella. Era impredecible y de pocas palabras. Seguramente no tenía escrúpulos. Mientras él la miraba, parecía que su corazón se estaba partiendo, su mirada era cada vez más triste, y eso provocó en la kunoichi un mal estar cada vez mayor. Pero ya no parecía que la mirara a ella, parecía atrapado en su interior, como ella.

Entonces, la volvió a mirar. Sus ojos era terribles. Eran rojos, como las amapolas, con unos puntos negros. Era el sharingan. Él se lo dijo pero ella ya lo conocía muy bien. Pensó que ya iba a morir. "Al menos espero que mi intervención les ayudara a escapar..." Pensó. No tenía miedo. Es lo que había pedido antes. Soltó una mano de su hombro y en ese instante, Haku cerró los ojos, pero notó que no pasaba nada y los volvió abrir. Se estaba señalando. Empezó a hablar. Sobre ninjas que le traicionaron. Sobre la muerte de su hermana. Sobre los culpables, uno de konoha y otro de kiri. Muerte, traición y venganza. En ese momento Haku se puso en la piel de él. Ella no tuvo hermanos, asi que le fue difícil compadecerse. No tenía a nadie importante, y tampoco esperaba tenerlo[...] Pensó que tal vez sería algo así como el orgullo o el honor. Entonces lo entendió mejor.Aquellos ojos llenos de odio y sed de venganza se pusieron llorosos, y no aguantaros, se puso a llorar. La lágrimas salían de él. Haku abrió los ojos perpleja. "Este shinobi... esta.. llorando." Entonces le pidió información sobre la aldea. Información. No la haría daño ni la retendría como rehén. Ella no le dio importancia. Se ocuparía de eso después. ¿Información? Ella pudo sentir el dolor del shinobi. Un dolor profundo. Pero no podía traicionar a sus ninjas. Ellos no tenía la culpa de nada.

Ella se acercó más a él, no le miró a los ojos, porque sino ella no soportaría el dolor. Temblorosamente y lento ella puso su mano e un lado de la cara del shinobi, dejando que las lágrimas le tocaran. Puso su otra mano en el otro lado de su cara, y secó las lágrimas del shinobi. Ella ya había perdido el sentido de la lógica. Pero le daba igual. Ella le abrazó. No lo pensó, fue algo que le salió desde el corazón, lo que fue algo inexplicable. Le abrazó uniendo sus manos por detrás de él, se quedó un rato así y después se separó. Sonrió. Ya lo tenía todo planeado. -Déjamelo a mi- Dijo. -Yo cargaré tu dolor y te libraré de ese sentimiento-. Le miró a los ojos ya sin importarle el sharingan. -Puedes ejecutar tu venganza sobre mi, puedes matarme, está bien por mi. Librare mi aldea, que actualmente no tiene culpa de nada.- Así estaba bien. Era su deber.

Ella tenía la esperanza de acabar su vida sin remordimientos. Así es , sin deberle nada a nadie. Pero por ese shinobi, es que ahora se sintió culpable, y si no lo arreglaba, toda su aldea se vería involucrada. Ella podría irse, darle la información y vivir. Sí ella quería a su aldea. Su orgullo. Estaba bien decidida, entonces llegó la hora. El shinobi retiró su capa. Sacó una espada, afilada, y se dispuso a atacarla. "Este es mi fin.... pues no es para tanto...". Haku cerró los ojos. Pensando es cómo murió su familia, es como fue criada, los valores que le fue heredados de todas las personas que le habían enseñado algo. Su casa y la nieve. Su barco, los aldeanos.. Todo le fue recordado. Pensó que ahora serían felices. Al final, y después de todo, si quedaría algo de sentimiento humano hacia algo vivo. Su aldea.

Sintió que su ropa fue rota en diagonal, en la zona del pecho. pero su piel quedó intacta. Ella en ese momento tenía los ojos fuertemente cerrados. Al ver que no sentía dolor, lo abrió, y miró su pecho. No estaba herida. ¿Qué había pasado? ¿Acaso no aceptó el trato? Empezó a asustarse. El shinobi retiró su espada que había depositado en su hombro. La kunoichi le miró a los ojos con cara de incertidumbre, el aún tenía el sharingan activado. Guardó su espada y ella lo observó todo. Pensó que ya todo había acabo y que no había escapatoria. Natsuke se limpió las lágrimas otra vez y la tomó de las manos. Las manos de Haku estaban temblorosas y frías como la nieve. Pálidas. Le preguntó si quería a su aldea. Ella no tuvo ocasión de contestar porque siguió hablando sin darle tiempo. La estaba mirando a los ojos, ella no podía retirarle la mirada mientras la hablara. Le propuso que se uniera a Taka. A cambio, la aldea de la niebla quedaría intacta. Estaba asegurando su seguridad y la de ella misma. De lo contrario ella moriría y su aldea consigo. "Seguir viviendo para que la aldea sobreviva...". Pero... ¿Y los que estaban con ella? ¿Qué querían?

-Acepto si tu palabra tiene valor. Pero quisiera una petición más.- Le miró con el gesto serio. -Los ninjas que venían conmigo. Quiero que estén salvos ya que son de kirigakure. No les hagáis daño. Dejar que vuelvan. Quisiera saber sobre su objetivo.- Una vez , si aceptaba eso, velaría por la aldea desde la sombras, de verdad. Incluso le sería más fácil. Desde el enemigo.

Su mirada era seria, aunque no le disgustaba lo que iba a hacer. ella no había planeado todo. Ahora viviría una vida sin saber a cada momento lo que le esperaba, pero, al fin y al cabo, una vida, una vida donde los ninjas de kirigakure vivirían libres de preocupaciones, gracias a ella. El shinobi había aceptado el trato. Después de eso, unos cuantos ninjas salieron, de repente. Haku se sobresaltó un poco y miró a los lados. Eran ninjas bajo las órdenes de Natsuke. Le dijo que habían oído su petición y la harían realidad. Entonces todo estaba bien, suponía.

El joven Uchiha la cogió de la mano y la llevó al otro lado de la playa, donde había un barco acercándose. Él dijo que era hora de invadir Konoha. ¿Invadir Konoha? ¿Más muertes? Estaba bien. Ella tendría que soportarlo, al fin y al cabo ella le dijo que podría soportar parte de su carga. Ella ya había dado su palabra y, al fin y al cabo, ellos eran una organización de mercenarios, ya suponía que eso pasaría, inconscientemente. Natsuke le pidió que se despidiera de todo aquello. Ella tenía el gesto serio y pensativo. Casi enojado. -No tengo que despedirme de nada.- El barco por fin llegó, y Natsuke la soltó y subió apresuradamente, una vez arriba la miró y esperó a que ella subiera. Le preguntó si se había retractado de sus palabras. Claro que no. No podría hacerlo aunque quisiera. -No.- Un ninja se acercó a ella. Eso la puso de mal humor. La dio una capa, era una especie de túnica abierta en el dorso con una capucha. Supuso que era lo que identificaba a la organización. No le gustaban mucho los uniformes, pero pensó que debía aceptarla, ya que era puro simbolismo. La agarró y miró al ninja, asintiendo con la cabeza en señal de "todo está bien." Cerró los ojos y se la puso pero no la cerró, la dejó abierta. Subió al barco y pasó por el lado de Natsuke una vez arriba.

Miró el horizonte hacia el océano y notó la brisa ondeando su nueva ropa. Se puso a pensar en todo lo que estaba perdiendo, pero que si no lo hacía perdería mucho más. No, no lo estaba perdiendo. Sino abandonando. Porque si no lo hacía todo aquello desaparecería, en cambio, haciendo esto, aquello por lo que lucha seguiría vivo, pero lejos. Ya sólo quedaba ver lo que le deparaba el futuro. Miró al shinobi, que estaba envuelto en sus pensamientos otra vez. Ella no comprendía muy bien la venganza, pero sabía el peso que soportaba. Ella siempre pensó que cosas como la venganza sólo llevan a odiarte a ti mismo cada vez más. Y al final no eres nada. Pero el dolor ciega a la lógica, y el pensamiento. igual que todos los demás sentimientos. Sólo son un cáncer.

Pensó que era demasiada carga para una sola persona. Ahora más que antes estaba segura de lo que había hecho. Sí. No importaba lo que le sucediera a ella. Mientras su aldea fuera libre de cargas, y el corazón de Natsuke se aliviara, aunque fuera solo un poco, todo estaría bien. ¿Pero porqué lo último? ¿Desde cuando le importaba un corazón humano? Ni idea. El barco zarpó.