Visita Inesperada ~

Pasaron días desde que subió al barco, dejando su vida atrás. Al barco que la llevaría a ella a la dominación de Konoha, decisión de Natsuke. Cuando llegó, Haku pudo observar que el joven Uchiha se había adelantado. Y no tubo otra opción que seguirle. Le perdió un rato la vista. Ella mantenía el gesto serio desde que salieron de kumogakure. No sabía que sería de ella, toda la gente que ella observaba mientras iba de tejado en tejado, para ir más rápido, estaban inseguros. Todos. Como fue por los tejados pudo ganar tiempo y enseguida encontró a Natsuke. Estaba matando a la gente. A los guardias. Los demás ninjas que llegaron también. Los niños gritaban y lloraban y la gente igual. Todo era espantoso. Pero Haku no podría hacer nada. Se sentó en un poste. Observó hasta que acabaron. "No me ha dado la orden de atacar a mi. Entonces estoy bien... los demás tampoco tienen la orden, supongo que atacan porque quieren." [...]

Cuando acabó, Se fue. Haku se levantó y le siguió. Iba a la oficina del Hokage. Ellos sabían que no había hokage en ese momento, se lo dijeron en el barco. A medida que iba llegando, Haku observaba la aldea. Nunca había estado en ella. No hacía ni frío ni calor, todo era verde, por la vegetación, en vez de blanco, por la nieve. Ella extrañaba su nieve. Deseaba poder volver a tocarla y sentir el frío típico de su aldea, la niebla. Pero se conformaba, era eso o nada. La gente parecía muy alegre, a excepción de los que presenciaron los asesinatos de Natsuke, minutos atrás. La gente de esta aldea era gente sentimental y débil de corazón. Entonces pudo oír la voz del Uchiha. Estaba presentando a Taka, y anunciando que la aldea había sido tomada. Las nubes cayeron sobre los corazones de los aldeanos. Ella sintió pena por ellos, pero prefiero verlos así a ellos que en su tierra. Siguió avanzando y llegó a la oficina. El se encontraba allí. No le miró tan solo se puso a su lado. Quería preguntarle algo.

-¿Qué intentas conseguir asesinando a gente débil?- Ella se encontraba mirando la villa desde la oficina. Konoha no era muy fuerte en esos momentos, se preguntó porque escogería aquella aldea. Tal vez pensó que está en un buen punto geográfico. Estaba en medio de la zona ninja, prácticamente uniendo a todas la aldeas. A excepción de... kirigakure... que era una Isla, lejana. Se quedó allí mirando la aldea, pensativa esperando la respuesta del shinobi. Ella no confiaba en los demás miembros de Taka, y sólo confiaba en él por la promesa. Los demás miembros de Taka le parecieron ninjas fríos y muy poco amigables. No hablaba con ellos. Así que en todo el tiempo, ella se situaba a un lado, como si no tuviera nada que ver, como una extraña.

El viaje a Konohagakure fue lo mejor, pudo disfrutar de una buena siesta en el transcurso de llegar allá, durmió casi todo el viaje, a excepción de cuando estaban a punto de llegar, todos los demás se habían ido antes, ya que el estaba en una especie de misión en la cual llevaba junto a el a los shinobis y kunoichis que el líder pidió, a excepción de una que hábilmente logró escapar de el, o tal vez el la dejó escapar, eso no estaba muy claro por los momentos, ya que siendo jounin bien pudo alcanzarla en un instante, tal ve le causó un poco de curiosidad, y su huía lo hacia por algún motivo y si se la llevaba a Natsuke seguro la mataría, había salvado una vida o puesto en riesgo a sus compañeros, eso aún no estaba claro para el pelinegro,e l caso es que el tomó una decisión y no daría vuelta atrás por nada, a pesar de todo, las cosas pasan por una razón nada es al azar, y si ese suceso tenía un futuro, ese futuro sería capaz de verlo muy pronto, para bien o para mal.

Al final el pelinegro llegó a la aldea con 10 shinobi, kunoichis y shinobi -Ok, es acá dodne está el Raikage, es decir, el líder de Taka, así que siganme, tengo más o menos una idea de dónde se puede encontrar- El pelinegro depositó sus manos en los bolsillos respirando el nostálgico aire de su antigua aldea, varios recuerdos de su niñez breve llegaron a el, con esos recuerdos, unos buenos y malos, mas malos que buenos, pero a fin de cuentas es su lugar de nacimientos y verlo tan pacifico y solitario le hizo sentirse mal y bien porque ya estaría habitada y fortaleciéndose gracias a Taka, después de todo dicen que el bien justifica los medios, oh no era así, comos ea la frase iba por ahí. Aquel pelinegro caminaba con las manos en los bolsillos atravesando las puertas de aquella aldea, al entrar ordenaba cerraran la puerta, por si acaso, los shinobi y kunoichi que la acompañaban lo hicieron, ya estaban donde Taka debería estar, nuevos integrantes y el regreso del segundo miembro de Taka en entrar a dicha organización.

Al final caminaron todos por aquella calles, la gente parecía normal, otras parecían alteradas, familiar preocupadas, pero el pelinegro sabía que todo esto era para bien. Mientras caminaban una pequeña niña de ojos café se acercó a el llorando, como el chico no portaba capa ni protector y llevaba una vestimenta nada amenazadora, la pequeña niña se sintió en confianza -No encuentro a mi papi- Decía la niña con lágrimas en los ojos -¿Cómo es tu papi pequeña?- El pelinegro cargaba a la pequeña en sus brazos, no parecía mayor de 6 años, y su bello cabello color azul le dejaba ver un aire de ternura en ella -Mi papi es un guardia, de cabello rojo y piel blanca- El peliengro buscó a su alrededor, certeramente miró a un hombre con las mismas características en el suelo, muerto -Y tu mami ¿Dónde está?- El pelinegro comenzaba a caminar con la niña en brazos mientras el resto los seguía observado toda la aldea -Mami está en el cielo- Para empeorar su madre muerta, el pelinegro no vio de otra más que llevarla con el -Ok, ven conmigo, encontraremos a tu papi- El pelinegro le sonrió amablemente y a niña simplemente lo abrazó sonriendo.

Al fin lograron llegar a la oficina del Hokage, entraron todos hasta llegar a la oficina central, al abrir las puertas observaron en el interior a Natsuke y a una joven que no había visto antes -Tarde pero seguro sensei, ya estoy acá, aunque estoy sentido por haberme abandonado eh, de no ser porque un aldeano me dijo, me hubiese quedado en Kumo- El pelinegro tranquilamente tomó asiento en un sofá de la oficina, dejando a la pequeña en un sofá aparte, ella solos en sentó e inocente y tiernamente se quedo mirando a todos meciendo sus pies en el sofá -Acá están las personas que pediste, todos dispuestos a seguir tus ordenes en taka- El chico suspiró pesadamente dejando caer su cabeza en el espaldar de la cama -Hay una nueva integrante por lo que veo- El chico miró hacia la chica que se encontraba en la oficina, sonrió amablemente y volvió su vista hacia su sensei esperando su respuesta.

Escuchó las palabras del Uchiha, y le parecieron algo ciaertas. Pensó que conociendo el dolor tal vez se recapacitara. Pero era algo absurdo. También se generaba más odio. No pudo entenderle muy bien pero aceptó la respuesta ya que no tenía ganas de hablar más.

Ella miraba las personas desde la ventana, se sentía extraña, ya no tenía más objetivo en la vida que seguir viviendo para aquella persona. Miraba las personas que parecían algo preocupadas. Ella sentía lástima por ellas aunque procuraría frenar más asesinatos por parte de la persona que estaba con ella en la oficina. Tal vez con el tiempo lograra que recapacitara, y viera todo lo que estaba haciendo. De pronto una persona entró a la oficina del Hokage. Era el joven Cadis, una persona muy formal. No parecía mala persona. De hecho era una persona bastante tranquila, no eran de las que iniciarían una masacre, como Natsuke Uchiha. Además este shinobi también era Uchiha. Estaba claro que... estaba rodeada. Era una persona alta y esbelta de piel blanca y cabello oscuro. Con ropas muy elegantes. Su presencia era agradable. E inquietante a veces.

Entró tranquilamente, dirigió unas palabras a Natsuke y tomó asiento. Haku no tardó en darse cuenta que traía una criatura consigo. Era una niña pequeña, parecía algo preocupada. Ella también se sentó en un sillón. Cadis se dio cuenta de la presencia de Haku, la mencionó y la sonrió. Ella se sonrojó, no esperaba un gesto así. Planeaba marcharse de inmediato, siguiendo la sugerencia de Natsuke, pero miró a la niña y quiso interesarse por ella. Sedó atrás la ventana, y se acercó despacio a ella. Hincó rodilla delante de ella y la miró, sonriéndole un poco. -¿C-como... te llamas?- Le preguntó algo temerosa, pues no estaba acostumbrada a tratar con niños. -Hinata.- La niña era una criatura muy tierna y tímida. -Bien, Hinata. ¿Qué haces aquí? Eres de esta Aldea ¿no es cierto?- La niña miró sus pies mientras los movía infantilmente. -Es que ... no encontraba a mi padre, y este señor me trajo aquí..- Haku dirigió la mirada a Cadis. El estaba descansando en el sillón, san sereno. Volvió a dirigir la mirada a Hinata. -Lo encontraremos.- Se levantó y sin decir nada más, salió de allí. Buscar un lugar donde quedarse es lo que tenia que hacer ahora. tan solo se despidió con un Adiós. Salió de allí y fue de tejado en tejado, pensando. ¿Porqué el Joven Cadis traería una criatura a la oficina? De todas maneras no le importaba mucho, solo esperaba que no la hicieran daño. Sin más siguió su camino.

Ella estaba saliendo de allí, lo más rápido que podía, pensaba que necesitaba estar sola para pensar qué hacer, debía situarse, todo cambió en su vida de repente, hasta el punto que ni parecía real, de Mizukage a una simple mercenaria, conquistando aldea como de la nada. Aunque en realidad ella no lo había elegido exactamente, no tuvo opción. Cuando ya estuvo más o menos lejos, frenó el ritmo, yendo tranquilamente. Entonces notó que estaba siendo perseguida. Frenó en un tejado y se dio la vuelta. Era Natsuke, y agudizando la mirada vio en llevaba sobre sus hombros o Hinata. Venía a toda velocidad. Haku abrió mucho los ojos. "..¡¡Cuidado con la niña..!!" Realmente creyó que se caería. Ella los observaba venir rápidamente boquiabierta muy sorprendida. Cuando llegaron Natsuke seguía con la niña en sus hombros. Supuso que querría algo de ella si la estaba siguiendo.

-¿Qu...Qué ocurre?- Le preguntó mirándole algo sorprendida todavía. Miró a la niña, y la saludó con media sonrisa. Ya que estaba quiso interesarse más por ella. -Hinata... dime... ¿de dónde sale? ¿Y tu familia?- Hinata sonreía tímidamente mientras jugaba allí arriba. Jugaba con los dedos índice de sus manos, separándolos en las puntas de sus dedos entre sí. -Eso... Mi madre se fue, al cielo.- Haku dejó de sonreír, y puso cara de lástima. Su madre estaba muerta. Tan joven, y sin madre. -¿Y tu padre?- La niña se encogió de hombros. -No sé..-. Haku la miró preocupada. Madre muerta, y padre a saber dónde estaría. Se cruzó de brazos. -¿Tienes algún otro familiar?- La niña se encogió de hombros otra vez. -No..- [...]

Haku miró a natsuke, con una mirada muy perpleja. ¿Qué demonios hacía él con esa niña? ¿porqué la traía consigo? Haku volvió a mirar a la niña con una cara poco entusiasta pero sonriendo por ella. No era capaz de ponerle mala cara a un niño. Ella observó que estaba atardeciendo, la luz naranja iluminaba la aldea, que se veía bien desde aquel lugar. Su calor se sintió bien. Miró a la niña que también observaba todo feliz, claro, quien la iba a decir que estaría a hombros de un mercenario en un tejado. Haku sacó de su túnica tres bolitas de dango que le habían sobrado de su desayuno. Y se las ofreció a Hinata. Ella las aceptó. Y se quedó mirando a Haku con cara perpleja. Haku se rio mirándola. -Pues comerte eso, no pasa nada.- Paró de reír y sonrió a la niña. Ella asintió con la cabeza y se comió la primera bola. Ella sonrió después de probarlo. -¡E-está bueno..!- Haku sonrió otra vez, la pobre niña tal vez estaba hambrienta.

Cuando Hinata terminó de comer, Haku sacó un pañuelo, y lo intercambió por el palillo de madera de Hinata, tirándolo. -Puedes limpiarte con eso.- Le dijo a la niña. Ella la observaba viendo lo inocente y comparándola con el mundo. Era todo lo contrario a lo que ella había vivido. Hinata se limpió y le dio el pañuelo a Haku, que inmediatamente lo guardó en su gabardina. -¿Te gustó?- Preguntó a Hinata mientras organizaba sus bolsillos. Hinata la miró sonriente y sonrojada con entusiasmo. -¡Sí!- Haku la volvió a sonreír. Acto seguido miró a Natsuke. -¿Y bien...? ¿Qué ocurre?-

El pelinegro permanecía sentado en aquel sofá de forma tranquila, nada en este mundo lo perturbaba, eso sería lo que los demás deberían pensar, de lo que Cadis se encargaba que pensaran, a pesar de ser un libro abierto, se guardaba cosas única para el mismo, una tumba de muchos secretos. Aparentemente les había agradado la pequeña, ya que la chica que estaba en la oficina junto con Natsuke, se acercó a ella, y la trataba bien, luego se marchó, todo esto el pelinegro lo observó tranquilamente, la niña era bastante sociable, cosa que aliviaba mucho al pelinegro, después de todo, no serían difícil conseguir a alguien que cuidara de ella, justo en el caso,s e da lo inesperado, Natsuke hablaba con la niña y por si fuera poco le ofrecía ser su padre, esto hizo que el pelinegro sonriera sorprendido "Vaya, esto no me lo esperaba, pero al menos es una cosa menos que hacer" Al final Natsuke le dirigía un par de palabra y un par de órdenes, y el pelinegro asintió dejando salir un suspiro prolongado después.

Natsuke se fue dejándolo con los nuevos recluta, Cadis los miró desde el sofá y les sonrió a todos -Bueno, ya escucharon al líder, formen grupos de 3 y diríjanse a los puestos de vigilancia, asegúrense que hagan su trabajo, luego busquen una casa vacía, no tendrán problemas con eso, relájense y pendientes para nuevas órdenes, mañana temprano vuelvan a la oficina, ya cuando el líder esté presente, si, no me olvido de ti que sobras, tu solo ve a descansar, y por cierto, si ven a algún herido, por favor llévenlo a un hospital y si ven a algún maleante, no duden en detenerlo, ustedes son la autoridad acá, pero no se aprovechen, los aldeanos me pondrán quejas y yo no me voy con los aprovechados eh- Al final el chico les sonrió a todos y vio como estos se iban de uno a uno, unos lanzándose por las ventanas otros por la puerta -Suerte chicos- Dijo para luego levantarse y visitar un lugar, un lugar al que quería volver desde que vio las puertas de konohagakure.

El pelinegro se levantó del sofá, salió tranquilamente por la puerta, depositó sus manos en los bolsillos, bajó las escaleras con tranquilidad, ya que no habría problema con la gabardina, el simplemente no fue por otra, al fin que ni le gustaban mucho que digamos. Se fue por las calles de la ciudad, se encontró con una aldeana, bastante linda de hecho -Disculpe ¿Por donde queda el clan Uchiha?- La chica dejó de caminar para contestarle -Está al final de esa calle, abandonado como siempre, si piensa entrar cuidado con la casa del final, está linda pero está embrujada- La chica hizo pose de miedo y río levemente -Ok, muchas gracias, lo tendré en mente señorita- El chico le sonrió de forma amable y siguió caminando, al igual que la chica quien rápidamente se sonrojó. Pasaron la calles y el chico llegaba a las puertas del abandonado clan. Pasó las puerta y fue al interior, todas las casas estaban vacías y deterioradas, a excepción de una, la ultima casa, la del final, la más grande y lujosa por cierto. El chico entró viendo que todo estaba intacto, su antigua casa, muchos recuerdos vinieron a el, a pesar de estar pequeño lo recordaba, tal vez por sus genes, la nostalgia invadió al joven ninja, tanto que se puso triste y dejó su naturaleza de felicidad a una aura de tristeza. Al final vio una foto pequeña, donde estaba su papá, su mamá y el en medio de ambos, una lágrima inútilmente reprimida rodó por la mejías del joven, este la limpio y sonrió -Al final los pecados de todos son cobrados- El chico salió a la puerta para poder observar la caída del sol, sentándose bajo el marco de la puerta y apoyando su espalda en la misma -Se que al menos ustedes dos se quedaron juntos, espero pronto volverlos a ver- Justo dicho eso, en la espalda del chico se formaron dos cuerpos, los padres del pelinegro aparecieron en su espalda sonriendole sin que el se diera cuenta, quedándose dormido en el lugar de un momento a otro.

Cuando terminó de hablar con Hinata, Natsuke la bajó de sus hombros, dejándola ir por el tejado. Él se veía tan natural con esa niña, que pensó que podría ser su hija secreta o algo así, aunque no se parecían en nada. Haku siguió a la niña con la mirada, vio que se acercaba a la barandilla, y que empezaba a jugar. Haku la veía que era tan inocente, tan bonita. Tan pura. Des pronto Natsuke la llamó la atención, diciendo que no se acercara tanto, se podría lastimar, y ella le hizo caso. ¿Cómo? ¿Se estaba preocupando? Era cierto, la niña corría peligro, y Haku no pudo verlo, pero él se dio cuenta, realmente él era una caja de sorpresas. No comprendió para nada lo que le estaba ocurriendo a él.

Después de eso, ella se quedó pensativa mientras la miraba, deseaba poder volver a jugar sin preocupaciones, sin guerras. Su infancia no fue buena por culpa de la guerra, la gente con kekkei genkai tuvo que huir. La gente les tenía miedo, en la aldea de la niebla, y no recuerda mucho más. Ella por ser poseedora de un elemento que sólo se heredera de generación en generación entre familia, mediante el ADN, tuvo que ocultarse, y no lo pasó bien del todo. Ella pensó que Hinata tenía mucha suerte de vivir en un tiempo así, de no ser por taka, claro. Entonces pensó en su aldea. ¿Estarían siendo felices? [...]

De pronto sus pensamientos fueron interrumpidos por Natsuke. Cuando empezó a hablarle ella dirigió su mirada a él y le escuchó. Cuando terminó de hablar, Haku le miró muy MUY confundida. El shinobi tan serio y tan lleno de odio que había conocido, dijo le había empezado a gustar, que quería que fuera con él a alguna cita y que era muy importante para él. ¿Le había empezado a gustar? Haku no tenía nada especial, siempre intentaba evitar los lazos serios con las personas. Ella misma se estaba preguntando, si el que te guste una persona significaba tener algún tipo de lazo. Por otra parte ella nunca había estado en una cita, ni sabía que era exactamente. Tampoco pensó si era cierto lo que decía. Un shinobi así de esas condiciones, diciendo eso. Estaba jugando. A Haku eso le sentó fatal, si fuera cierto. No entendía de eso, aún así, era doloroso que alguien juagara así contigo.

Miró a Hinata una vez más, nada, ella estaba en su mundo. Se preguntó en qué estaba pensando. Miró a Natsuke con la cara roja sin saber exactamente qué decir. Ella nunca se había encontrado en una situación así. Mentira. Sí se había sentido similar en u momento. En la playa. Retiró la mirada de Natsuke, mirando a su derecha. -¿Es... es u-una broma, acaso?- La idea de "ir a alguna cita" no le resultaba muy seguro. No sabría qué hacer, además, que cosas. Eran mercenarios, era muy MUY ilógica su petición, definitivamente sería una broma. O una trampa, o algo. Le volvió a mirar pero sin girar la cabeza, sólo con la mirada, a ver qué decía. Aun que no le debería de importar, porque era una tontería, pero tenía curiosidad.

Tal vez curiosidad o no, pero ni sabía que le intrigaba, no sabía si lo que quería saber es que eso de la cita sería una trampa o no. O si era broma o de verdad. Y, al saberlo, ¿De qué le serviría? ¿Iría a caso? Si no estuviera interesada podría irse, dar media vuelta y seguir su camino. La curiosidad mató al gato.

Ella se le quedó mirando, pensando, y preguntándose que se estaba proponiendo con eso. Suspiró y cerró los ojos encogiéndose de hombros. No sabía que contestar, tal vez fuera más fácil si tuviera la más remota idea de lo que el shinobi tenía en su cabeza. Era tardé y Haku notó que estaba cansada. Pero estaba bien. Se percató de que Hinata estaba sentada no muy cerca de la barandilla observando la aldea.

El cielo estaba ya de un color anaranjado, y las nubes le daba un toque rosado. Su observación se interrumpió, dirigió la mirada a Natsuke, que se recostó en el suelo con la misma mirada indiferente de siempre, usando sus brazos de apoyo para la cabeza. Ella le siguió con la mirada. él parecía muy tranquilo, como si hiciera esto todos los días, se preguntaba cuánta "experiencia" tendría él en esto. No sabía sus años exactamente, tampoco pudo deducirlo, pero si ya lo hizo una vez, tenía ventaja a Haku.

Ella era muy reservada. Pero cuando le vio ahí tumbado, a la luz del atardecer con su mirada indiferente sintió una estela de felicidad y acogimiento. Su expresión, pasó de provocarle molestia a paz. El shinobi le dijo entonces, que cualquier cosa podía amar, por muy ruin que fuera. Él nunca bromeaba. ¿Amar..? Quiso acercarse, dio un paso hacia delante pero paró. ¿Acaso se sentía bien? ¿Eso se sentía tener un lazo? Entonces recordó, que ella estaba soportando parte de la carga de su amargura, pensó que era por eso por lo que tal vez, el shinobi se sentía tan bien, o al menos su aura así lo parecía.

Se acercó más y cuando estuvo a su lado, de pie, se sentó a su lado, mientras él estaba recostado. La brisa ondeaba cada vez más, pero era agradable, sólo lo hacía a ratos, y luego paraba siempre. El shinobi había cerrado los ojos. Estaba bien, se sonrojó. Entonces con voz baja y serena, para no alterar su estado le dijo unas palabras. -Tal vez tengas razón. Algún día.- Entonces ella también cerró los ojos inclinando un poco su cabeza, notando la brisa. -¿Qué es exactamente una cita?..- Esto lo dijo un poco más bajo, pero lo suficiente para que él pudiera oírla.

Exacto, quería interesarse por el joven Uchiha, y algún día librarle de sus penas, haciendo que también dejara de causar sufrimiento. Hasta entonces y mientras su aldea siguiera en paz y segura, estaría con ellos. Por otra parte se preguntó, qué planeaba hacer con Hinata. Tal vez era hora de buscar un lugar para ella

Mientras estaba sentada al lado de Natsuke, con los ojos cerrados, pensaba qué tendría que hacer en la organización. Si de verdad algún día tendría que llegar a matar a alguien inocente como lo hacía él. Cuando le llegaron imágenes infortunadas a su mente prefirió ponerla en blanco y no pensar en nada, ver su mundo interior sería mejor que nada. Se sentía bien en aquel lugar, no hacía ni frío ni calor. Su alma estaba tranquila por el momento, hasta ahora no se arrepentía de nada de lo que había hecho. Pensó que tenía mucha suerte de tener la mente tranquila y libre de tormentos, a pesar de su situación. Al pensar eso sintió pena por Natsuke.

Aquel clima no era muy malo. A pesar de que su amado frío quedaba muy lejos, se sintió bien. Entonces oyó que Natsuke la contestó a su pregunta sobre "qué era una cita". Él le contestó que una cita era algo así como una oportunidad para conocerse mejor. Al menos así Haku lo entendió. Ella pensó que no había necesidad de conocerse mejor. No lo entendió bien el objetivo. Pero le dio igual, no perdía nada. Siguió es su mundo interior, con sus recuerdos. Esto lo hacía a menudo, era una forma de escapar de la realidad. Simplemente soñaba despierta, aunque tal vez lo hacía muy a menudo, se convirtió en vicio. Ese lugar no era en realidad, era un vacío oscuro, donde sólo había espacio para cosas inmateriales, pensamientos, recuerdos. No tenía forma, era un cosmos caótico. Si bien alguna vez se divisaban nubes. Ese mundo se materializaba al cerrar los ojos, todo quedaba oscuro. Estaba a punto de salir de allí y abrir los ojos, cuando notó la presencia de Natsuke cerca, demasiado cerca. La había besado. Ella no supo reaccionar. Se quedó paralizada, aunque eso ya le había pasado mucho antes. Cuando se separó le miró muy sorprendida. ¿Qué quiso decir con eso? ¿Acaso estaba siendo utilizada o algo? *¿por que..?* Ella le miró con los ojos muy abiertos y el rostro sonrojado. Después bajó la mirada. -Eh... Po-por que haces eso...-

Quiso saber que pasaba exactamente. No sintió nada de repente, solo nervios, como en la playa, e incertidumbre, como aquella vez en kirigakure. La otra vez que lo hizo, la estaba amenazando, y además después de eso inmediatamente se fue. No volvió a saber nada. El shinobi era bastante impredecible. ¿Bastante? Era como un loco, parecía que hacía siempre lo que quería, solo por venganza. No era muy bueno. Haku se entristeció por eso. Pensó que solo lo hacía porque le apetecía. Después cerró los ojos otra vez, se levantó y caminó dándole la espalda a Natsuke.

No sabía muy bien como se sentía después de eso, era muy cruel jugar así con alguien. Fue una mala idea quedarse con él, debió haberse ido a buscar un sitio. Caminó hacia la barandilla. y dijo en voz baja unas palabras. -No es justo...- No supo se le había oído, pero lo dijo en bajo, para sí. Al llegar vio la magnifica vista, toda la aldea de konoha envuelta en una cálida luz naranja. Luego se planteó por que se sentía así. ¿Acaso sentía algo? Si no fuera así, le habría dado un tortazo en la cara y se habría ido, pero en lugar de eso, le preguntó porqué y se entristeció. Ella misma se conocía. De todas maneras era propensa a negar las cosas.